En los últimos años la concienciación de la sociedad sobre la Sostenibilidad y el impacto que nuestra forma de actuar tiene sobre el medioambiente no solo se ha incrementado de forma importante, sino que está empujando a las organizaciones hacia un cambio de paradigma que se ha convertido ya en una prioridad.
Estamos ante un nuevo escenario en el que cualquier estrategia empresarial que no incorpore el “Compromiso por la Sostenibilidad” como uno de los pilares clave de la propuesta de valor y de su proyección hacia su mercado objetivo acabará por poner en riesgo su propio futuro.
La razón de esto es que la sociedad se está empezando a dar cuenta del escenario al que nos enfrentamos y lo que es aún más preocupante, al que se enfrentarán nuestros hijos en un futuro que está la vuelta de la esquina.
Tampoco hay que ser un lumbreras para darse cuenta de que algo no estamos haciendo bien y que caminamos hacia una situación inquietante, más allá de controversias sobre el cambio climático o las cuotas de emisiones de gases GEI que tenga cada país.
Para explicarlo compartiré unas cifras bastante reveladoras sobre ello…
Si tomamos en cuenta lo afirmado por las Naciones Unidas, cada año se desperdician alimentos por el equivalente a unos 120 kilos de media por habitante de este planeta. Esto representa unos 930 millones de toneladas de comida que se van a la basura; dicho de otro modo, cerca de la tercera parte del alimento disponible para consumo en el mundo acaba pudriéndose antes de ser consumido. Dicho así, pone los pelos de punta…
Si bien esto sucede principalmente en la fase de producción, ya sea por prácticas de recolección, de conservación o de transporte deficientes, también su gestión en los hogares, en los restaurantes o en el ámbito del retail influyen bastante en la generación de ese desperdicio. En otras palabras…, somos excesivamente torpes en esto y tenemos un inmenso margen de mejora.
Por si fuera poco, lo preocupante no es únicamente toda esa comida desperdiciada, sino lo que rodea a esta y el impacto medioambiental que eso supone, ya que no solo debemos añadirle los recursos que hemos utilizado en su producción y procesamiento, sino también los que tendremos que utilizar en el tratamiento posterior de todo ese residuo generado.
Más números…
Algunos informes vienen a indicar que serán 9.700 millones de personas los que muy probablemente vivan en este planeta hacia 2050. Si se cumple esa cifra implicará 1.700 millones de personas más que los habitantes actuales. Repito por si no se ha entendido: otros 1.700 millones de bocas que pedirán alimentos, que consumirán recursos y que generarán residuos.
Además, todo este crecimiento no estará repartido de manera uniforme, ni mucho menos… Se espera que la mayoría del crecimiento demográfico de los próximos 25 años se concentre principalmente en tan solo 8 o 10 países y que más del 50% lo haga en el África Subsahariana, donde se espera que se doble la población actual.
No es difícil de imaginar las repercusiones del considerable incremento en la demanda de alimentos que será necesario, y a su vez, del consumo de recursos naturales destinados a su producción.
Sigamos con más cifras…
Se estima que el sostenimiento del sistema alimentario global representa alrededor del 30% del consumo total de energía en el mundo, un consumo de energía que lógicamente se incrementará en los próximos años para poder atender a toda esa demanda de producción que sin duda vendrá.
Una de las consecuencias de ello guarda relación con las emisiones globales de gases de efecto invernadero, ya que ese 30% de energía proviene en su mayor parte de la quema de combustibles fósiles y se estima que contribuye a generar el 22% de esas emisiones.
Y por si el escenario no fuese ya suficientemente inquietante…
El 70% del total de consumo mundial de agua dulce se destina únicamente a la producción de alimentos. Si se tiene que incrementar ese consumo para abastecer las necesidades de 1.700 millones de personas más que las actuales, sin duda habrá que cambiar algunas cosas en el modo de producir, de consumir y de gestionar el agua.
Creo que queda claro que lo del «compromiso por el desarrollo sostenible», va a suponer algo más que normativas y medidas de control; nos va a requerir un gran cambio social y una nueva cultura industrial y de consumo.
Pero antes de eso hay que resolver una cuestión compleja; que para luchar contra este problema global no se puede actuar de forma local y que la predisposición a colaborar no siempre resulta fácil de conseguir, ni aun estando de acuerdo con la necesidad de tomar medidas.
Estamos ante un problema que no tiene fronteras y resulta muy difícil establecer medidas que nos encaminen a una solución y que tengan la misma eficacia en todas partes, ya sea por falta de infraestructura, por intereses políticos, económicos o incluso culturales.
Pero incluso llegando a un consenso, no se podrá actuar únicamente desde el punto de vista medioambiental, ya que en el reto de la sostenibilidad se deben tener en cuenta otras circunstancias…
De entrada, partimos de la base de que el Desarrollo Sostenible es un concepto que plantea satisfacer las necesidades humanas actuales sin que ello implique comprometer las necesidades futuras.
Si conseguir eso te parece difícil, espera porque es aún más complicado de lo que parece…
El desarrollo sostenible solo puede conseguirse a través de un equilibrio entre tres conceptos:
Si una de esas tres patas se rompe, no será posible construir un futuro que además de ser mejor para el planeta y para la sociedad, también se mantenga a medio y largo plazo.
Por poner un ejemplo…
Si logramos minimizar el desperdicio de alimentos y la generación de residuos que decía al principio; si conseguimos extender la generación y utilización de energía renovable en todas las necesidades, si reducimos drásticamente las emisiones, optimizado la utilización de los recursos naturales, recuperado ríos, mares, bosques e incluso la fertilidad del suelo, pero no conseguimos un desarrollo económico que permita a la población tener oportunidades de mejorar sus condiciones de vida y su bienestar, su acceso a una mejor educación, a servicios sanitarios o a un entorno que le aporte seguridad ante pandemias o cualquier otra situación de riesgo, ese éxito inicial será incompleto y no durará mucho tiempo.
No sería muy sostenible una sociedad que vive en un paraíso natural con ríos y mares de aguas cristalinas, mucha naturaleza y aire puro si buena parte de la población vive en la precariedad. De ahí la importancia de tener en cuenta ese equilibrio entre Protección del Planeta, Crecimiento Económico y Bienestar Social en nuestro modo de enfrentarnos al problema.
Si a estas alturas de mi relato te preguntas qué tiene que ver en todo esto la industria del packaging, espera que te cuento…
Indiscutiblemente la industria del Packaging en una de las claves del futuro, entre otras cosas porque es uno de los principales consumidores de materias primas y de energía, además de ser un gran generador de desperdicios, pero no solo por esto…
En un escenario en el que la demanda de alimentos crecerá y mucho, el optimizar su envasado, conservación y transporte para poder reducir el desperdicio, tanto del propio alimento como del resto de recursos necesarios, será absolutamente vital.
Por consiguiente, una de las principales claves para garantizar el sostenimiento del sistema alimentario global estará en el desarrollo de nuevos conceptos de envases que respondan a esa necesidad. He aquí la razón por la que la industria del packaging tiene una gran oportunidad por delante.
El envase y embalaje ya desempeña un papel crucial para en el funcionamiento del sistema alimentario.
Obviamente este desafío global al que nos enfrentamos obligará a las empresas del sector a actuar en todas sus áreas de producción. Se tendrán que hacer grandes esfuerzos que supondrán una profunda transformación en próximos años, pero que ofrecerá a la industria una gran oportunidad para crecer y fortalecer su influencia.
Según parece, 8 de cada 10 convertidores de envase y embalaje ya perciben los cambios que vendran y están empezando a tomarlo en cuenta en sus modelos de producción y en la forma que interactúan en su mercado.
Sin embargo, por diferentes razones, la mayoría de ellos reconocen una gran incerteza sobre todo esto. Esa incerteza indica que el 49% de las empresas teme ser incapaz de adaptarse a tiempo a los nuevos requerimientos técnicos y normativas que van a ir llegando, lo cual podría reducir su nivel competitivo y hacerles perder clientes.
Además, hay un 76% de convertidores de packaging que reconocen no tener suficientes conocimientos sobre las regulaciones actuales relacionadas con la sostenibilidad. Tal vez porque no están muy claras en determinados aspectos o porque varían en función del territorio donde operen y es difícil estar al corriente de todas ellas.
Por otra parte, estamos en un momento en el que la innovación tecnológica propone nuevos caminos para hacer las cosas que se llevan haciendo de una determinada manera desde hace mucho tiempo, por lo que el 54% no está seguro de hacia dónde dirigir sus inversiones en tecnología.
Pese a todas estas dudas, ya hay un 12% de los convertidores en la industria que ha implantado una estrategia de sostenibilidad clara; una carta de presentación en la que detallan formalmente sus planes de actuación y de contribución a los objetivos globales de sostenibilidad, integrando todo ello como parte de su propuesta de valor y como un factor importante de diferenciación frente a sus competidores, de la misma forma que lo hacen las grandes organizaciones y marcas. Y esto irá a más…
La sostenibilidad impacta en toda la cadena de valor, y por supuesto, también llega a productores, convertidores, cadena de suministros y consumidores. Las empresas que transformen el modo de proyectarse hacia sus mercados de acuerdo con el nuevo paradigma que se nos impone las circunstancias, estarán en condiciones de obtener nuevas oportunidades, más ventaja competitiva y una mayor rentabilidad, además de beneficiar a la sociedad.
Lo creamos o no, en este nuevo escenario competitivo ya no solo se tendrá en cuenta producto, calidad, servicio y precio, también la capacidad de aportar valor a los compromisos de sostenibilidad de los clientes potenciales.
¿Qué sabemos del futuro?
Por hacer un breve resumen de todo lo anterior, os comento lo que, desde un punto de vista personal podemos esperar del futuro…
… que nuestra forma de vivir y de actuar de hoy no será sostenible en ese futuro
… que en 2050 podría no haber suficientes recursos para todos si seguimos así
… que debemos actuar ya para estar preparados ante un reto inevitable
… que la industria del packaging será más determinante que nunca.
… y que la sociedad y su manera de consumir deberán adaptarse a ese escenario
Por si no ha quedado claro tu responsabilidad en esto, toma nota de lo que dijo la UNESCO en 2022 a través de su cuenta de Twitter:
“La Tierra no es herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos.”
Va siendo hora de devolverlo con intereses…
Miguel Ángel Beltrán
Fuentes: FAO Report 2021 / UN World Population prospects / UN Food Waste Report 2021
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