Posiblemente sea cierto eso de que uno de los riesgos a los que cualquiera se enfrenta más de una vez a lo largo de su vida es a perder la confianza en uno mismo. Casi todo el mundo sabe lo importante que es creer en las propias capacidades, el problema es cómo ponerlas en práctica, ya que esto no es darle a un interruptor y ya está.
Tirando de manual, el primer paso para avanzar en el desarrollo de la autoconfianza sería aceptar la situación en la que te encuentras, entender donde estás y el motivo real por el que has llegado ahí. Pero para aceptar tu propia situación (de verdad y sin matices), se necesita también un buen nivel de autoconocimiento y de ser muy honesto, algo que no todo el mundo es capaz de hacer.
Sorprende ver la cantidad de gente en nuestro entorno que no tiene demasiado interés por empezar con la ardua tarea de mirar hacia su interior para entender qué cosas se deberían arreglar antes de plantearse ir a por sus sueños; es más fácil y cómodo dejarse llevar por el autoengaño para no tener que reconocer que el rumbo que llevan es el de un pollo sin cabeza…
En el supuesto de que se llegue a aceptar la propia situación, el paso siguiente a dar debería ser el dilucidar qué es lo que se quiere exactamente, y es aquí donde muchos se dan de frente contra una realidad: la de que no tienen ni la más remota idea de qué camino emprender porque tampoco tienen clara la meta que desean alcanzar, simplemente porque nunca se pusieron a meditar en profundidad esa cuestión, ¿para qué, si seguro que no se conseguirá?, es lo que les dice el subconsciente.
Supongo que hay muchas razones que pueden explicar esa especie de dejadez vital, falta de fe en nosotros mismos, cansancio, frustración y de un profundo hastío; estados de ánimo que tendemos a aceptar resignadamente mientras nos repetimos que estas cosas pasan porque son las circunstancias del entorno al que estamos pegados como un mejillón lo está a una roca; una especie de consuelo a nuestra incapacidad de reaccionar o más bien a nuestro abandono por querer hacerlo.
Entre tantas circunstancias que zarandean a muchos como si fueran un barquito de vela a merced del viento, está la incertidumbre laboral y la falta de un horizonte económico estable para una parte enorme de la población; dos grandes plagas de nuestra época.
Lamentablemente ambas circunstancias, incertidumbre laboral y horizonte económico, están muy presentes en la juventud de este país y de otros muchos paises. Como bien dicen por ahí, estamos ante la primera generación que posiblemente vivirá peor que sus padres pese a contar con un grado superior de formación.
Se trata de una situación inquietante, porque cuando se ve pasar el tiempo sin avances significativos, esa falta de certidumbre sobre el futuro no solo persiste, sino que se va incrementando a medida que las oportunidades no llegan o siguen siendo escasas.
Así que, no es de extrañar que las dudas poco a poco se apoderen del estado de ánimo; ¿cómo no va a ser difícil mantenerse firmes en una dirección y confiar en que finalmente se vislumbre en el horizonte esa meta que buscas?; en el caso de que hayas concretado alguna, claro está…
Siendo realistas, los datos sobre el panorama que tenemos no son precisamente alentadores para las nuevas generaciones…
Son menos de la mitad de titulados medios y superiores menores de 35 años los que logran trabajar en el área para la que se han formado, y de aquellos que lo consiguen, solo 4 de cada 10 encuentran ese puesto de trabajo antes de tres años, el resto deberá esperar más tiempo o dedicarse a otras profesiones con mayor o menor satisfacción. De ahí que plantearse las metas profesionales soñadas sea hoy día todo un desafío..
Así pues, el pretender tener éxito y crecer profesionalmente en esta coyuntura resulta complicado para jovenes y no tan jovenes que, en muchos casos, ni siquiera han tenido oportunidad de adquirir suficiente experiencia en el mercado laboral más allá de la obtenida en un puñado de empleos eventuales.
Pero lo cierto es que uno no se puede dejar llevar por estos nubarrones y caer a plomo en el desánimo. Al final, con un poco de esfuerzo (o mucho) se puede salir del agujero, la cuestión es dar el primer paso en lugar de renunciar.
Pero volviendo al tema en cuestión, no se puede llegar a alguna parte si no se sabe ni lo que se quiere ni hacia donde ir para conseguirlo. Una obviedad que mucha gente no se para a meditar.
Una buena manera de empezar es el plantearse donde se quiere estar dentro de un determinado número de años; por ejemplo cinco. Esto ya te da dos puntos de referencia: un objetivo y un tiempo para alcanzarlo.
A partir de aquí se trata de avanzar superando pequeñas etapas que también se deben trazar; serán como miguitas de pan que a medida que se alcanzan te van acercando poco a poco a la meta final donde realmente quieres llegar; la clave está en colocar esas miguitas en el orden correcto y eso requiere su trabajo
Lo cierto es que hay que darse un tiempo razonable para visualizar estas cosas sobre el futuro, tomar notas, planificar las acciones y prever contratiempos posibles, ya que no solo se trata de ponerse a andar con una ruta clara, sino también de mantener fuerte la motivación, ya que el camino estará lleno de obstáculos y será duro.
Siempre es mejor planificar rutas y diseñar estrategias para afrontar el futuro en lugar de invertir tu tiempo en darle vueltas con pensamientos negativos sobre experiencias pasadas, ya que son como un agujero negro que se lo traga todo.
El mundo está lleno de gente que perdió su confianza en algún tropiezo anterior, ¿quién no se ha sentido fracasado y con el áimo roto alguna vez?. No hay quien se salve de arrastrar escombros del pasado que son parte del origen de los desánimos del presente; una persona, un suceso, una perdida, una decepción… A ver si te vas a creer que eres el único arrastra pequeños traumas e inseguridades.
Tal vez una buena idea podría ser el poner todo eso por escrito en un papel y analizarlo con tranquilidad, sin andar con lamentaciones inútiles ni lloriqueos. Háblate a ti mismo de esos momentos negativos abiertamente, enfréntate al bicho que te amarga la vida y piensa si realmente esas cosas de las que no te has liberado siguen siendo tan importantes para ti si ya va siendo hora de que las dejes atrás definitivamente y empezar de nuevo.
A menudo resulta que estos asuntos en realidad están superados y se han quedado en una estantería de la memoria ocupando un sitio que necesitas para otras cosas más importantes. A veces actuamos como si tuviéremos una especie de Síndrome de Diogenes que nos empuja a guardar todo el daño moral que vamos recogiendo por el camino y esto nos va debilitando. Hay que soltar lastre y hacer limpieza de vez en cuando. Procura dejar la negatividad a un lado
Pero vamos a la parte práctica…
Tener confianza no significa que no debas utilizar el sentido común. Como en todo y por lo general, los excesos siempren traen consigo sus riesgos, y el exceso de confianza sin duda también.
Tal como indicaba antes, se trata de ir dando pasos que te vayan acercando de forma gradual hacia la meta que persigues. Esos pasos son pequeños objetivos que deben tener un cierto grado de exigencia, pero que deben ser realistas y no alejarse demasiado de tus capacidades actuales. Procura concentrarte en la pequeña victoria y celebrar el éxito cuando la consigues; tienes que tomar conciencia de él y saborearlo; será entonces el momento de ir a por el siguiente.
De la misma manera que debes disfrutar del triunfo, aunque sea pequeño, también tienes que prepararte para las contrariedades y los fracasos. Todos ellos hacen daño a nuestra moral, pero no es lo mismo cuando estás preparado para manejar sus efectos. Para gestionar esas situaciones que con toda probabilidad se presentarán, hay al menos dos medidas que debes tomar.
La primera es el aceptar los tropiezos y saber reconocer el alcance real de sus consecuencias. Esto es importante, ya que la mayoría de ellos son en realidad menores y no deberían afectar al objetivo final, en todo caso únicamente a tu estado de ánimo, por eso es tan aconsejable adelantarse a esa situación.
La segunda es el analizar lo que te ha pasado y tratar de sacar de ello un aprendizaje; piensa que cualquier ruta que emprendas en tu desarrollo personal es un conjunto de pruebas en las que se suceden aciertos y errores que son imprescindibles para corregirte, aprender y mejorar.
Así que no consientas que el fracaso te sorprenda, ya que es innevitable que aparezca de vez en cuando a lo largo del camino.
Otra de las actitudes que pueden ser muy positivas en el desarrollo de tu confianza es el ayudar a los demás de algún modo. Siempre hay quien necesita nuestra ayuda para algo y es muy interesante lo que suele pasar cuando realizas esto de forma regular.
Con muy contadas excepciones, la mayoría de personas que la recibirán reconocerán tu esfuerzo desinteresado y empezarán a valorarte por lo que haces por ellos. Créeme, sentir eso viniendo de diferentes personas inyecta una dosis de sana autoestima que vendrá muy bien para avanzar hacia tus objetivos.
No dejes de practicar esa actitud, ya que la confianza que obtendrás de los demás impulsará la que tengas en ti mismo, y a medida que esa confianza se vaya consolidando podrás ir estableciendo metas graduales más ambiciosas para acelerar tu avance. Cada escalón que superes te exigirá un nuevo nivel de autoconfianza y así, paso a paso, irás fortaleciendo tus capacidades personales.
Quiero que recuerdes que nada en lo referente al desarrollo personal se puede conseguir de la noche a la mañana; se trata de un proceso que requiere de un gran esfuerzo, mucha paciencia y una determinación de acero para saber manejar los fracasos.
Si tomas en serio estas pautas y las aplicas de forma habitual en tu trayectoria, estoy seguro de que la dejadez vital, la falta de fe en ti mismo, el cansancio, la frustración y el profundo hastío del que hablaba anteriormente serán parte de un pasado sombrio que irás dejando atrás.
Aquí finaliza este episodio de La Guarida de Lycon. Espero que te haya interesado. Si te gustan estos contenidos te propongo que le des al botón de suscripción y así te llegará el aviso del próximo, que pronto compartiré contigo si te apetece escuchar más cosas sobre tu desarrollo personal y profesional.
Hasta pronto.
Muiguel Ángel Beltrán.
Imagen de aleksandarlittlewolf en FreepikAbout The Author
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