En el episodio de hoy quiero plantearte algunas cuestiones importantes sobre el desarrollo personal que merece la pena conocer y entender, sobre todo si lo que quieres es ir avanzando lo más rápidamente posible hacia los objetivos que te hayas marcado.
Mucha gente cree que eso del desarrollo personal consiste en un recorrido por una sucesión de etapas que vas superando; que hay un tiempo para aprender, otro para aplicar lo aprendido, otro para adquirir experiencia y la última etapa consiste en disfrutar de lo obtenido de todo.
Posiblemente esto es lo que la inmensa mayoría piensa, pero merece ser matizado un poco, ya que ese proceso funciona de una forma algo distinta.
Estoy seguro de que la mayoría de las personas intentamos aprender todo lo posible para mejorar dando el máximo de nosotros mismos en lo que hacemos, ya sea en nuestro trabajo, familia, universidad o en cualquier otra actividad. Pero lo cierto es que esa teoría de las etapas, al menos en lo que se refiere al proceso de aprendizaje, es una idea incorrecta o está mal entendida.
En realidad, empezamos a aprender cuando nacemos y no dejamos de hacerlo hasta el final de nuestros días. Lo que sí es cierto es que, en el proceso, tiene que haber siempre una actividad que consolide ese aprendizaje.
El desarrollo personal es, además del resultado de ampliar nuestro conocimiento, también de mejorar nuestras habilidades a partir de su aplicación y de la experiencia obtenida de ello.
La mayoría de las personas luchan día a día para mejorar en el trabajo, en su familia o en la relación con el resto de mundo, pero muchas llegan a un punto de estancamiento donde se dan cuenta de que ya no lo hacen, de que no mejoran en las cosas prioritarias, de que ven sus objetivos en la vida cada vez más alejados y difíciles de alcanzar.
Siempre lo he entendido así y he tratado de actuar lo mejor que he podido; pero debo reconocer que en alguna ocasión también llegué a pensar que ya no avanzaba en lo que más importaba, aunque dedicaba mucho tiempo y esfuerzo en ello. Trabajaba mucho, sí, pero nada me hacía percibir que estuviera mejorando ni en mis habilidades ni en mi situación general. Y estoy convencido de que a ti te ha pasado lo mismo alguna vez.
Todos deberíamos entender que tenemos una especie de límite o de muro al que un día llegamos en cualquier cosa que hacemos y en el que, aparentemente, ya no podemos mejorar más. A esto se le llama “alcanzar nuestro nivel de incompetencia”.
¿Soy un incompetente?, pero qué me dices! ¿Y qué me pasará ahora?
El nivel de incompetencia se refiere al momento en que una persona carece de habilidades o conocimientos suficientes en una determinada área para poder hacer correctamente su tarea, y todos deberían avanzar hasta alcanzarlo. Es la verdadera zanahoria que deberíamos alcanzar sin conseguirlo nunca. Me explico…
Hay personas que son capaces de reconocer cuando han llegado a ese punto, lo cual es bueno porque le permite actuar sobre ello; pero otras personas no lo saben ver, lo que los lleva a subestimar su propia incompetencia y, en consecuencia, a sobrevalorar su desempeño y quedarse como están para los restos. Eso ya no es tan bueno…
De esta situación en la que vas llegando a un límite en tus capacidades nadie se escapa. Yo también he experimentado, no una sino muchas veces, esa sensación de estancamiento o de acercamiento a mi nivel de incompetencia; lo he percibido en el trabajo y fuera de él. Lo importante es tener claro el motivo por el que pasa y qué hacer para no quedar atrapado en él.
La solución a esto pasa por entender que nuestro día a día transcurre por dos caminos paralelos, uno es el que nos permite obtener el conocimiento, el otro es en el que aplicamos todo ese conocimiento para transformarlo en un rendimiento.
Mejoramos como profesionales o como personas en la medida que obtenemos habilidades en el terreno del aprendizaje y es entonces cuando las aplicamos con éxito en el otro terreno; el del rendimiento.
Cuando se trata de crecer en lo personal o en lo profesional, la clave está en saber en qué momento debes concentrar tus esfuerzos en un terreno y en qué momento debes hacerlo en el otro.
En todo ese proceso cometemos fallos que vamos corrigiendo y con eso avanzamos más lejos en el perfeccionamiento de nuestras habilidades hasta que llegamos a dominarlas.
Pero ese nunca puede ser el final de la historia, hay que continuar hacia el siguiente nivel hasta que ya no puedas hacerlo más. Será entonces cuando habrás llegado a tu nivel de incompetencia en esa habilidad concreta.
Más que un fracaso, hay que entenderlo como una meta alcanzada. Pero para que esa meta no se convierta en un área de confort que anule nuestro desarrollo, hay que seguir aprendiendo nuevas habilidades y aplicando lo aprendido. Así debería ser durante toda tu vida.
Desde el punto de vista del desarrollo personal, el terreno del aprendizaje tiene un enfoque de futuro; todo lo que aprendes hoy te prepara para hacer más y mejores cosas mañana. Por otro lado, el de la aplicación del conocimiento tiene que ver con lo que haces ahora; y de eso obtienes la experiencia. Pero aprendizaje y experiencia son cuestiones que no siempre transcurren en el mismo espacio temporal y hay quien parece no acabar de entenderlo.
A veces, el problema de muchas personas es que, por distintos motivos, tratan de aprender lo mínimo para poder aplicarlo en la inmediatez del ahora. Ese limitado conocimiento los lleva a tener que invertir un mayor esfuerzo para realizar el trabajo con la suficiente agilidad, asumiendo el riesgo de cometer excesivos errores que pueden poner en peligro muchas cosas.
Me explico por si no se entiende. Un ingeniero debe completar su formación para poder construir un puente, no lo puede construir a medida que va aprendiendo en la universidad. Cuando estamos en una empresa y un operario recibe una formación para hacer una determinada tarea, debe completar esa formación antes de ponerse a hacerla y no antes. Pero si ya lo hace y deja de recibir más formación para tareas futuras, apenas podrá avanzar más allá de lo que está haciendo ahora.
Alcanzas tu incompetencia porque bloquead el proceso de aprendizaje, el cual no puede tener un final; siempre debe discurrir en paralelo en un camino paralelo al del rendimiento, pero no en el mismo momento. El aprendizaje siempre lleva un tiempo de ventaja.
Esto nos lleva a que uno de los motivos por los que nos quedamos estancamos en nuestro desarrollo es porque centramos nuestros esfuerzos en el terreno del rendimiento (en el ahora), mientras que nuestra dedicación al aprendizaje (el futuro) se reduce o se anula, igual que nuestra capacidad de mejorarlo con nuevas habilidades adquiridas.
Está demostrado que existe una curva en la evolución de cualquier trabajador. En los primeros años esa evolución es ascendente, pero llega un momento en el que su crecimiento se estanca. Pasa en todas las profesiones y sucede simplemente porque creemos que sabemos todo lo necesario para desempeñar ese trabajo, por lo que nos acomodamos, dejamos de aprender y nos centramos simplemente en cumplir con la producción. Como enfoque, esto no sirve demasiado para el crecimiento de cualquiera.
Las personas de éxito son aquellas que han sabido entender la importancia de dedicar, por norma, algo de su tiempo diario a aprender nuevas habilidades.
Llámalo como quieras; estrategia, inversión, propósito, actitud…, sea como sea, no se llega a la mejor versión de uno mismo simplemente haciendo a la perfección la tarea diaria; se necesita ir ampliando conocimientos de manera constante para poder ser mejor y más eficiente en el futuro.
Párate a pensar por un momento sobre tu día a día y en las cosas más importantes que tienes que hacer; ¿cuánto tiempo dedicas a aprender cómo hacerlas mejor o a hacer cosas nuevas y cuanto dedicas simplemente a hacer la tarea diaria?
La ruta hacia nuestro máximo potencial es como andar en zigzag. Vamos pasando del aprendizaje a su aplicación y de ahí volvemos al aprendizaje; en esto consiste la construcción de nuestras habilidades profesionales. Esto no es una línea recta en la que se basa en producir más de lo que haces sin aprender cada día algo nuevo que permita hacer algo más o mejor; seguir ese camino sí que te llevará al estancamiento que decía al principio.
Hazte a la idea de que toda persona puede mejorar si se lo propone, solo tiene que creer en que debe hacerlo y plantearlo como un propósito de vida. Pero no olvides lo de tener claro donde quieres llegar exactamente:
Mejorar siempre es el objetivo, pero el qué mejorar y saber qué hacer para conseguirlo es lo primero que hay que concretar.
Si no lo tienes claro puedes consultar a otras personas que puedan compartir contigo sus experiencias, puntos de vista y recomendaciones para determinar las mejores áreas de mejora donde puedes enfocarte, cómo establecer los pasos a dar o cómo hacer un seguimiento de tus avances.
Contar con alguien a quien solicitar una opinión desde fuera siempre será útil para mantener el foco en lo importante. Los mentores o los amigos de confianza pueden ser un gran apoyo para intercambiar ideas, mantener la motivación o simplemente para tener una opinión sobre los pasos que vamos dando.
Por ir cerrando este tema…
Hay mucha gente con la idea de que se “aprende haciendo”; que avanzas en tu crecimiento trabajando duro y aprendiendo a corregir los errores que vas cometiendo. No negaré eso, pero hay más cosas que considerar. Tu desarrollo personal se apoya en la combinación del aprendizaje continuo y la experiencia obtenida en la aplicación de ese aprendizaje. Ambas cosas son un binomio que no puede dividirse; en el momento que uno de ellos se debilita o desaparece, el desarrollo queda anulado.
Si percibes que, tras un tiempo en un trabajo, tu rendimiento tiende a estancarse, posiblemente será porque has dejado tu proceso de aprendizaje a un lado y te has centrado únicamente en la aplicación de lo que sabes hacer hoy. Si te pones a recordar cómo te fue cuando empezaste en esa actividad lo entenderás mejor.
La evolución de crecimiento en la etapa inicial de cualquier trabajador novato suele ser muy rápida en la parte de aprendizaje y no tanto en la del rendimiento, pero poco a poco se va igualando hasta alcanzar un equilibrio; justo ese es el momento ideal en el crecimiento de una persona. Cuanto más tiempo mantengas ese equilibrio, mayor y más rápido será tu desarrollo personal.
Hasta aquí el episodio de hoy, te invito a seguirme a través de este canal y a que aportes tus valoraciones y sugerencias sobre este contenido o sobre cualquier otro tema que te gustaría escuchar en LA GUARIDA DE LYCON. Y no te pierdas el próximo episodio que muy pronto compartiré contigo.
Miguel Ángel Beltrán
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