Vamos a sumergirnos en la historia de la legendaria Biblioteca de Alejandría, un lugar que albergó buena parte de los grandes conocimientos del mundo antiguo. Allí se guardaban las ideas acumuladas durante siglos por los mayores pensadores de aquellos tiempos remotos.
Realmente siempre me ha parecido fascinante solo imaginar la historia y los secretos que llegaron a ser guardados allí, de los cuales y por desgracia se perdieron muchos con su destrucción. Algunos libros y manuscritos se conservaron, se cree que incluso muchos de ellos fueron escondidos durante mucho tiempo para protegerlos de persecuciones políticas y religiosas.
La Biblioteca de Alejandría no fue solo un montón de libros antiguos; fue también un símbolo de nuestra constante búsqueda del conocimiento y de la verdad. Hoy, intentaremos saber un poco más de ese legado.
Pero para empezar, debemos ponernos en contexto…
Y para ello, tendremos que retroceder hasta tiempos de Alejandro Magno. Como sabéis, este personaje histórico llegó a ser emperador de un inmenso territorio que se extendía desde Egipto, por Oriente Próximo y Asia Central, hasta la India.
Una de las grandes luchas que mantuvo fue contra el dominio persa en Egipto. A medida que les fue ganado territorios, Alejandro Magno iba extendiendo la cultura helénica por ellos. Hacia el año 331 a.C, fundó la ciudad de Alejandría, lo hizo sobre un poblado de pescadores a orillas del Mediterráneo llamado Rhakotis; un lugar estratégico, ya que estaba protegido de las inundaciones del Nilo. Su situación geográfica permitía que llegaran las mercancías hasta allí a través de un canal que unía el lago Mareotis y el puerto.
Cuando Alejandro murió en Junio del año 323 a.C., Ptolomeo I, un general greco-macedonio al servicio de Alejandro Magno, fue proclamado rey de Egipto, estableciendo una dinastía que gobernaría toda la región durante tres siglos. De hecho, su descendiente Cleopatra fue la última reina ptolemaica, quien perdería finalmente todo el territorio a manos del imperio romano.
Durante todo aquel periodo se mantuvo en su mayor parte el arte, la cultura y la lengua egipcias en todo el reino, sin embargo, la dinastía ptolemaica en Egipto hablaba solamente griego, con la excepción de Cleopatra, que fue la única reina en toda la dinastía ptolemaica que habló egipcio.
Los reyes mantuvieron siempre los hábitos y costumbres culturales helénicos en lugar de adoptar los egipcios; de hecho, las personas que estaban al servicio en la corte real eran normalmente griegos. Sin embargo, también utilizaban el título egipcio de faraón. En las monedas llevaban la diadema macedonia, mientras que en las estatuas lucían a menudo atuendos faraónicos y la doble corona egipcia.
Durante el periodo ptolemaico, la ciudad de Alejandría creció rápidamente y se enriqueció, hasta convertirse en el centro de la cultura helénica. La ciudad contó con grandes palacios y jardines, entre los que destacó el de la famosa biblioteca, que además formaba parte de una institución más amplia de investigación y estudio de las artes, conocida como el Museion, un santuario dedicado a las musas, las hijas del dios Zeus en la mitología griega, que eran las encargadas de aportar sabiduría e inspiración a los mejores poetas, escritores y científicos de la época, quienes además residían y desarrollaban su trabajo en aquel complejo.
El Museion fue construido en mármol entre el 285 y el 246 a.C. La orden partió del rey Ptolomeo I Sóter, que tenía el deseo de reunir en aquel complejo todo el saber de la época y promover desde allí la cultura helénica por todo su reino.
Contaba con dependencias al servicio de eruditos y sabios, con salas de conferencias, laboratorios y observatorios, incluso con salas de anatomía donde se llegó a permitir realizar autopsias y disecciones de cuerpos humanos, algo que estaba prohibido en la Grecia continental.
Para enriquecer la biblioteca, los sucesivos reyes ptolemaicos implantaron políticas ambiciosas y bien financiadas para la adquisición de todo tipo de escritos de interés, y lograron reunir un gran número de ellos. Se cree que la biblioteca albergaba cerca de 500.000 volúmenes, entre rollos de papiro y documentos literarios, académicos y religiosos aportados por los grandes filósofos, matemáticos, alquimistas, médicos y astrónomos de la época, con lo que acabó siendo uno de los centros de conocimiento más importantes, influyentes y prestigiosos del mundo antiguo y de la historia de la humanidad.
Pero, ¿qué pasó con este impresionante lugar?
La destrucción de la Biblioteca de Alejandría sigue teniendo un cierto misterio, y aún hoy es fuente de debates y teorías. ¿Fue víctima de la guerra, de conflictos religiosos, de una catástrofe natural o de todo ello a la vez?
En lo que hay mayor consenso es que su decadencia y posterior desaparición se inició en el año 47 a.C. con la guerra por el poder entre Cleopatra y su hermano. En tiempos posteriores, la peste y los conflictos políticos y religiosos hicieron imposible el mantenimiento de la biblioteca, y ésta fue perdiendo su influencia hasta que sucesivas devastaciones de la ciudad acabaron definitivamente con ella.
Lo que está claro es que, con su desaparición, también se perdió una valiosa información que podría haber contribuido en el avance del conocimiento científico y en el desarrollo de la humanidad mucho más rápido de como lo hizo a lo largo de casi 2000 años. En algún modo, la desaparición de aquel tesoro de conocimientos significó un retroceso enorme y la necesidad de volver a empezar de cero en muchos aspectos.
Se sabe que allí se archivaron valiosos textos avanzados y tratados científicos de matemáticas, astronomía, física, química y mecánica que tal vez habrían dado respuesta a las numerosas incógnitas que aún existen sobre determinados acontecimientos del mundo antiguo que resultan difíciles de responder empíricamente hoy en día, como por ejemplo completar la historia y origen del propio Egipto o tener una explicación realmente definitiva sobre cómo se construyeron las pirámides, algo que todavía es fuente de controversias entre arqueólogos, arquitectos e ingenieros.
Y si pasamos al terreno de la medicina, tampoco nos quedaremos cortos. Se cree que habían textos médicos que contenían conocimientos avanzados sobre enfermedades, tratamientos medicinales y cirugía que hoy nos sorprenderían.
Por la escasa información disponible de ello, lo único que queda claro es que la medicina en la antigüedad estaba sorprendentemente avanzada en algunos aspectos, y que la pérdida de estos textos significó que muchos de aquellos conocimientos se tuvieron que redescubrir siglos después.
Otro tema de gran interés para los investigadores son los mapas y documentos geográficos que pudieron estar archivados en Alejandría. Mapas detallados y tratados cartográficos sorprendentemente precisos que podrían haber documentado tierras que fueron desconocidas hasta muchos siglos después.
Estos documentos habrían cambiado nuestra comprensión del mundo y facilitado su exploración. De hecho, cabe la posibilidad de que al menos algunos de los descubrimientos de tierras desconocidas que llegaron mucho después, hubiesen sido influenciados de algún modo por documentos cuyo origen fuese la Biblioteca de Alejandría, aunque esto es muy especulativo.
Algunos mapas y cartas náuticas antiguas, como el famoso mapamundi de Martellus, de 1491, podría ser un ejemplo de ello.
Aunque no hay evidencia directa de que Martellus hubiese tenido acceso a antiguos textos o mapas procedentes de la biblioteca de Alejandría, se cree que estuvo necesariamente influenciado por conocimientos y mapas antiguos de allí o de otros lugares que podrían haberse conservado y transmitido a través de los siglos.
Una fuente de información para Martellus podría haber sido el mapa de Ptolomeo, creado alrededor del año 150 d.C.; se trata de una de las representaciones más antiguas del mundo conocido. Este mapa ya mostraba, de forma sorprendente, detalles geográficos muy precisos, especialmente de África y Asia, incluso de China y Japón, además de ciudades, ríos y montañas de cuya existencia no llegó a saberse nada en el viejo continente hasta el siglo XIV, gracias a la invasión de Eurasia por los pueblos mongoles y a la conexión que eso produjo con la Europa Occidental.
En el ámbito de la alquimia y de la magia, los textos sobre el arte de la transformación de materiales, y escritos sobre prácticas mágicas y esotéricas habrían dado hoy luz a las creencias y aspiraciones de las culturas antiguas.
Ciertamente, la percepción popular sobre los alquimistas ha sido durante siglos la de que eran unos charlatanes que intentaban convertir plomo en oro y que pasaban la mayor parte de su tiempo elaborando remedios milagrosos, venenos y pociones mágicas.
Pero la alquimia, lo que intentaba era explorar e investigar la naturaleza misma. La realidad es que su ciencia partía de la base de que el universo estaba compuesto de cuatro elementos clásicos: tierra, aire, fuego y agua, y trataban de obtener con ellos un quinto elemento que contendría la potencia de los cuatro en su máxima exaltación y equilibrio.
De hecho, la mayoría de los alquimistas eran investigadores cultos, inteligentes y bien intencionados, incluso a lo largo de la historia hubieron entre ellos nombres ilustres como Isaac Newton o Robert Boyle. De haber contado con toda aquella información acumulada durante siglos, quien sabe lo que podría haber aportado a la ciencia.
Otro de los apartados sería el de los documentos históricos que relataban eventos importantes, genealogías de dinastías y relatos de conquistas y caídas de civilizaciones. Estos textos habrían proporcionado una visión más completa y precisa de la historia antigua, de la cual desconocemos buena parte cuando se trata de hablar de tiempos remotos más allá de los Sumerios, hace unos 6.000 años, o de dinastías en Egipto mucho más antiguas que las conocidas, de las cuales solo se tienen sospechas.
Podrían haber ofrecido respuestas a controversias sobre teorías y hallazgos que sugieren posibles conexiones entre culturas de distintos continentes. Algunos de esos indicios sugieren fuertes coincidencias arquitectónicas muy curiosas en el modo de construir edificaciones como las pirámides y otras estructuras monumentales en Egipto, Mesoamérica y Asia.
En conclusión, la destrucción de la Biblioteca de Alejandría fue una tragedia incalculable desde el punto de vista del desarrollo de conocimiento y de la propia humanidad. Podría haber arrojado luz sobre los misterios de tiempos y civilizaciones remotas, o aportado respuestas a cuestiones espirituales, religiosas o científicas que siguen sin ser resueltas hoy en día.
Aquí termina este episodio, que espero te haya resultado interesante. Muy pronto tendrás un nuevo contenido en EL FARO DE LYCON en el que indagaremos sobre otras grandes historias, enigmas o realidades sociales. Aquí te espero. Hasta pronto.
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